viernes, 23 de septiembre de 2011

Los fantasmas de Sodoma.






Atención, esta critica contiene spoilers.


Hoy os traemos una retro-critica, volvemos al año 1988 para ver una de las películas más oscuras del maestro del fantástico, Lucio Fulci.
Realizada para la televisión, el film parte de una premisa interesante. Un grupo de oficiales de la SS se entregan en una villa italiana a un frenesí de orgias y drogas. Mientras los veteranos disfrutan de las mujeres, el vino y la cocaína, el más joven de ellos se dedica a grabar con una cámara de cine los actos de sus compañeros. Siguen las orgias sin tregua y el joven oficial proyecta lo grabado en una de las paredes de la mansión.

Sin saber muy bien el motivo, todos los implicados en las fiestas empiezan a sufrir ataques y mueren con convulsiones en una explosión mientras se ven imágenes de archivo de la segunda guerra mundial, concretamente de bombardeos.

Como en muchas películas de Fulci, no sabemos la razón ni los porqués de lo que sucede. Pero parece que al morir los nazis castigados por sus excesos, sus almas fantasmales quedan atrapadas en la casa en el interior de la película.



Fulci rueda esta primera parte con mucho pulso y aunque es inevitable ver la falta de medios y las carencias actorales, podemos decir que es de lo mejor de la película. Nos encontramos en el papel de un oficial nazi a Al Cliver, actor fetiche del director.
Este comienzo puede ser una forma de aprovechar el ya lejano en el tiempo éxito de Saló o los 120 días de Sodoma de Pasolini, película que abrió camino a un sinfín de basuras de explotación nazi.

Pasamos a la segunda parte del film. Un grupo de jóvenes con las hormonas alteradas se dirigen a pasar un fin de semana de fiesta y sexo. Aparecen, cosa rara en Fulci, un grupo de adolescentes estúpidos y salidos, típicos de los films americanos tipo la saga de Porki´s.

Llegan por un error a la mansión y al ser tarde y tener un coche viejo deciden dormir en el interior.

Una vez dentro se encuentran ricos manjares dispuestos para ellos que no dudas en devorar. Pasan la noche y al intentar marcharse del lugar, se encuentran al igual que en la mejor película de Fulci, El Mas Allá, que todos los caminos les vuelven a llevar a la mansión, debiendo volver a pasar la noche en ella.

En esta segunda noche comienzas las pesadillas entre los jóvenes. El oficial nazi que grababa las imágenes de las orgias se les aparece atravesando los espejos y les invita a satisfacer sus deseos más íntimos, incluyendo actos de lesbianismo y masoquismo. Los que acusan de misógino a Fulci, aquí pueden encontrar muchos motivos para acusarle de ello.

Esta parte esta grabada con poco ritmo, siendo lenta y aburrida. Los diálogos son ridículos y los actores muestran que son bastante primerizos. Solo destacar la escena de la ruleta rusa, la cual tiene bastante tensión.



A raíz de estas pesadillas uno de los jóvenes muere desnucado. En un acto inexplicable, sus compañeros lo dejan en el suelo al lado de las escaleras y vemos el poco Gore que contiene el film. El cuerpo empieza a descomponerse lentamente, los fluidos van devorando la piel hasta que las tripas aparecen en una masa verde y repulsiva. Acostumbrados a los festines ultragores de Fulci esto sabe a poco y quizás junto al mencionado retorno infinito al lugar de Mal, sea lo poco que pudo meter de su factura en el guion de la cinta.
Los jóvenes supervivientes caen en la desesperación y cuando ya no ven solución a su maldición uno de ellos, por “inspiración divina” encuentran la solución, deben proyectar la película nazi y eso podrá ayudarles a luchar contra el grupo de “fantasmas” que les atosigan.



Mientras proyectan la grabación tenemos otro de esos momentos ridículos que llenan la cinta. Los nazis, ahora en grupo se dirigen con ritmo de marcha militar al lugar donde se encuentran los muchachos y estos colocan sillas y sofás en la puerta para evitar que entren el grupo de oficiales. Estos últimos se dedican a golpear la puerta al modo de zombies y nos preguntamos, ¿no son fantasmas? ¿no pueden atravesar las paredes y aparecer y desaparecer? Curioso.
Llegamos al final de la película, seguramente el peor de Fulci, siendo sencillamente ridículo.

Al proyectar las imágenes de las orgias nazis se produce una explosión y nos encontramos a todos los jóvenes, si todos, incluso el muerto pero ahora vivo y coleando en una explanada de la casa. Todos están bien y al fondo vemos una maqueta de la mansión en llamas. La pesadilla ha terminado. ¿Cómo? Ni idea. Destacar la maqueta, cutre y desproporcionadamente pequeña respecto a los actores, que alegremente cogen su coche y siguen de fin de semana.


Para concluir, la peor película de Fulci, aburrida y tonta. Solo recomendable para cinefagos del padrino del Gore.

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