domingo, 28 de agosto de 2011

Conan: la destrucción del héroe barbaro.




Hacemos la breve crítica de esta película casi a regañadientes, no solo porque el panorama veraniego está más flojo de lo habitual, sino porque nos irrita que la calidad de la artesanía cinematográfica baje tanto…

Hollywood se ha convertido en una fábrica de remakes, algunos mejores que otros y aún otros -como éste- realmente fallidos.

El alemán Marcus Nispel, su director, quien se acercó al género de espadas y brujería con algo de brío en el remake hipervitaminado de “Pathfinder”, ha perpetrado este pésimo Conan, que no funciona ni como serie B…

Especialmente a causa de un guión desganado y previsible: un desbarre en el que entran y salen personajes, sin tensión dramática alguna.

Los actores, excepto un par de secundarios algo pasados de rosca, no llaman la atención y su musculoso protagonista, Jasón Momoa, un pedazo de carne poco aprovechado.

El señor Momoa tras su papel en Juego de Tronos daba el perfil para este nuevo Conan, pero la escasez de fondo en el personaje no deja sino intuir que quizás pueda ser un actor versátil para el papel. Pero por culpa del guion y de la habitual dirección plana del maldito entre los malditos Nispel, no recordemos sus infames remakes de Viernes 13 o la Matanza de Texas, nos llevan a no empatizar con el barbaro cimmerio.

Mencion especial a los villanos, padre e hija, que hacen un papel que parece más una caricatura que un malvado con entidad. No hay profundidad en sus caracteres y sus motivaciones son simplemente ridículas y más vistas que el TBO. Los actores no se creen sus papeles y no saben que cara poner en muchas escenas. Rose McGowan es sencillamente ridícula.

El Thulsa Doom de la película de John Milius daba miedo, estos brujos dan pena.

Ron Perlman tiene el rol de padre de Conan, lo hace bien y quizás sea la única intervención actoral afortunada. Pero hay que reconocer que con su rostro es difícil tener un hijo como Conan.

La música. No entendemos por qué piensan que esta película puede pasar sin una BSO impactante y epica. Sonidos vacios y repetitivos, sin llegar ni a emocionar un poco.
Otro aspecto perdido ante el clásico de Milius. Poledouris  es “dios”.

Aparte de algunos decorados y la escena de los guerreros de arena, todo son espadazos y más espadazos, en una coreografía sin gracia…

Conan 2011 o la destrucción del héroe…



Nos refugiaremos en esa locura digital llamada Spartacus. Uff!!!
Al final el “Conan” camp de John Milius nos parece una joya y el bueno de Arnold, un actorazo…
No recomendable, excepto para los amantes de las comparaciones y la mala uva.

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