viernes, 20 de agosto de 2010

ORIGEN.

Origen: el sueño fallido de Christopher Nolan.

“Origen” la esperada película de Christopher Nolan después de la extraordinaria entrega de la serie Batman “El caballero oscuro” es un proyecto muy personal, para lo bueno y para lo malo…

El planteamiento aunque nada tiene de novedoso -nos remite a “The Matrix” y a la literatura ciberpunk- resulta atractivo: ladrones de sueños o “extractores” que trabajan robando ideas para las grandes corporaciones.

Como en el cuento, el héroe reúne lo mejor del gremio para intentar el gran golpe, el golpe se complica porque afecta al (subconsciente del) héroe, pero con astucia y ayuda sale finalmente bien librado, o casi…

La película, cuyo plantel de competentes secundarios está capitaneado por un intenso Leonardo de Caprio, presenta algunos efectos especiales curiosos -como el repliegue del paisaje- y resulta previsiblemente entretenida…

Aunque se le ha reprochado cierta grandilocuencia, lo cierto es que finalmente resulta bastante más ligera de lo que promete…


Y ahí acaba lo bueno, pues lo malo en una cinta que se pretende de ciencia-ficción, resulta rematadamente malo.

Su fundamento es un fiasco infantil; nada se explica de la tecnología de los ‘sueños compartidos’ y los tres niveles de sueño se complican con incongruencias sonrojantes, que hacen que el argumento no resista un mínimo análisis. Y lo peor es que esta sensación te asalta mientras estás contemplando la película, no cuando ya has salido del cine.

Probablemente, por marcar su autoría no se ha dejado aconsejar por un guionista…

Nolan, que en “Memento” nos sorprendió con una peripecia tan enrevesada como rigurosa en torno a la memoria, naufraga como un principiante en “Origen” utilizando el tema de los sueños como una especie de realidad virtual pedestre, que después de Lynch y compañía nos sabe a poco.

Por otra parte, da la impresión que para contentar a la audiencia palomitera introduce inútiles y largas escenas de acción que lastran la segunda mitad de la película.

Para trabajar en el filo de la ambigüedad entre lo real y lo soñado hay que hilar muy fino y Nolan, por intentar filigranas, se ha enredado en la madeja.

Es una lástima que por su torpeza el potencial surrealista de la película se haya quedado en un buñuelo sin sustancia.



Para aficionados a la ciencia ficción capaces de desconectar sus neuronas más exigentes…

No hay comentarios:

Publicar un comentario