Aquí os dejamos su ultimo artículo.
El recorte cultural como una de las bellas artes.
Tras las elecciones autonómicas, el Gobierno de Navarra ha anunciado una intensa batería de recortes contra el gasto social, en la cual la cultura parece haberse llevado la peor parte, convirtiéndose en su víctima propiciatoria. La cultura, siempre la cultura -esta incipiente cultura contemporánea- como chivo expiatorio de la crisis, del despilfarro y la mala gestión de los tiempos de bonanza…
Estos tijeretazos además de recortar partidas básicas que amenazan la precaria subsistencia de centros formativos o museos, se complementan con un nuevo sistema de engañosa ecuanimidad en la que se eliminan los convenios con entidades artísticas. Como contrapartida se abre una confusa convocatoria general, que puede dejar en la cuneta mucho trabajo realizado y exigirá, por ejemplo, que las pocas citas culturales relevantes del calendario, como el Festival de Cine Documental Punto de Vista, se celebren de manera bianual o trianual… Medidas drásticas que nacen de la urgencia de la improvisación y no de una verdadera planificación estratégica, que no ayudan a regenerar el pobre tejido cultural ni contribuyen significativamente a la salida de la crisis. Esta situación se hace más llamativa ya que, a pesar de las llamadas a la austeridad, las instituciones siguen tentadas por las grandes infraestructuras turístico-culturales como el Museo de los Sanfermines, de dudosa rentabilidad, que se paraliza pero no se abandona o por el futuro Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Navarra, que espera ser financiado parcialmente con dinero público, ya sea de Navarra, del Estado o de Europa, tanto da. Paradójicamente, al tiempo que se instaura el recorte cultural como norma cosmética, las instituciones pretenden impulsar ambiciosos planes para cubrir deudas históricas con el sector y de paso estimular una emergente industria cultural en un futuro cada vez más incierto. Y así, mientras el ‘Plan de fomento del arte contemporáneo’ permanece inexplicablemente en el limbo se inicia, , la elaboración del PEC (Plan Estratégico de Cultura de Pamplona), cuyo limitado proceso participativo y carencia de conceptos transversales han sido denunciados, entre otros, por el Grupo de cultura del 15M. Un plan, por otra parte, cuya participación está siendo muy escasa y poco representativa, quizá porque no se ha generado confianza suficiente tras el fiasco participativo de la candidatura Pamplona 2016, ya que no hay garantía de que el Ayuntamiento lo apruebe ni de que las instituciones dispongan de voluntad o fondos para realizar las actuaciones propuestas.
En este contexto de crisis, la Plataforma sigue apostando por la normalización del arte y la cultura contemporánea en Navarra, por el modelo participativo en la planificación cultural y en la gestión de los centros culturales y, ahora, más que nunca, por la inversión sostenible en arte y cultura. Esta apuesta no significa que se apoye la construcción de nuevos contenedores culturales –tendencia descartable en esta coyuntura- sino que se racionalice (que no es sinónimo de que se recorte) la distribución de los presupuestos destinados a los centros existentes y a la programación, a la formación y las ayudas a la creación. Así como que se regularicen y mejoren las condiciones laborales de los creadores y en definitiva que se apliquen las buenas prácticas a todos los niveles. Medidas que solo tienen sentido si cuentan con la participación del sector cultural –como esperamos que se haga en el recién aprobado Consejo Asesor de la Cultura- y sobre las que la Plataforma ha hecho públicos varios informes y artículos.
Por otra parte, insistimos en la necesidad básica de la creación de un Artlab, un laboratorio de arte contemporáneo autogestionado por los artistas, como espacio autónomo para desarrollar la creación contemporánea, tal como se realiza bajo diferentes modalidades en todo nuestro entorno. Son numerosos los espacios públicos vacíos o infrautilizados, también en centros artísticos, que pudieran utilizarse sin cargo al presupuesto público, para desarrollar desde abajo, con los artistas locales, una cultura contemporánea viva y cercana, la única forma de asentarla en una comunidad cuyas instituciones nos demuestran una y otra vez que no creen en ella.
La Plataforma Arte Contemporáneo Navarra va a cumplir dos años de existencia y en este tiempo no ha habido ninguna mejora en sus demandas, solo promesas y recortes, y por ello cree que su modesta voz crítica sigue siendo necesaria. No estamos dispuestos a resignarnos a que Navarra siga siendo una comunidad culturalmente de tercera fila, cuyo único mérito sea el de haber consagrado el recorte cultural como una de las bellas artes.
Finalmente, para impulsar un cambio de actitud, la Plataforma apoya todas las movilizaciones contra los recortes injustos, como los de cultura -el sector más castigado- cuando sean unitarias, apartidistas y promovidas por iniciativas ciudadanas. Y hace un llamamiento a la comunidad artística navarra a implicarse activamente tanto en las acciones y manifestaciones como en la creación de una cultura contemporánea alternativa más sensible a la crisis y a los problemas de la ciudadanía y partidaria de en un genuino modelo participativo también en la cultura.
1.11.2011
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