viernes, 17 de abril de 2009
WATCHMEN: LA TRAICION DEL CÓMIC
Watchmen, el poster.
La relación entre cómic y cine a propósito de Watchmen
WATCHMEN: LA TRAICION DEL CÓMIC
El estreno de la esperada adaptación de Zack Snyder del mítica novela gráfica de Alan Moore y Dave Gibbons “Watchmen” nos devuelve la polémica sobre las adaptaciones cinematográficas del cómic y plantea una oportuna reflexión sobre la traición a los superhéroes del cómic.
Al final, Zack Snyder, talentoso joven artesano del cine fantástico con aires de autor, se ha llevado el gato al agua, tras años de intentos con personajes implicados tan diferentes como Terry Gillian o Arnold Schwarzenegger, y ha conseguido adaptar “Watchmen”, la ‘biblia’ del cómic moderno. Y de nuevo rebrota la polémica sobre las adaptaciones cinematográficas del cómic, trasunto de la polémica de antaño sobre las adaptaciones literarias. Los críticos de cine opinan -aunque no hayan leído el cómic- mientras los fans de Moore (nadie se acuerda de Gibbons, solo los productores del film) inundan la blogsfera con comentarios de todos los colores.
Pero para echar más leña al fuego, hemos de proceder con astucia y preguntarnos primero: ¿Qué supone la película para los no iniciados en el cómic? Una producción de calidad sobre superhéroes, no una obra maestra, pero su peso literario dignifica el tratamiento maniqueo del subgénero de superhéroes, en una línea iniciada por Ang Lee y Christopher Nolan. La factura retro-pop resulta refrescante y, salvando cierto exceso de acción, las escenas de sexo mal planteadas y su música inoportuna, las interpretaciones son correctas, sin alardes. No es un blockbuster, para disfrutar comiendo palomitas -aunque se venda así- sino una rareza comercial por encima de la media. A grandes rasgos este es el hecho cinematográfico, sobre el que hay consenso generalizado.
Partiendo de este resultado: ¿Qué supone la cinta para el fan del cómic? Si atendiéramos al primero de ellos, el propio Alan Moore, que rechaza las anteriores adaptaciones de sus cómics, un fiasco en toda regla. No obstante, más allá de su comprensible reticencia como autor, sus adaptaciones son lo que son: versiones más o menos solventes al estilo Hollywood, esto es, deliberadas traiciones al original. No obstante, habría que señalar que la adaptación de “V de Vendetta” de John McTeigue -sin ánimo de provocar- es, formalmente (no ideológicamente) mejor que el cómic, ya que depura la prolijidad narrativa a la que tiende Moore y potencia el estilo un tanto retro del dibujo de David Lloyd. El cine como artefacto adaptador de ficciones de otras artes y del cómic es un exprimidor de complejidad que ha producido curiosas paradojas en los últimos tiempos. Varios ejemplos: “Sin City”, la adaptación de Robert Rodríguez y Frank Miller, está a la altura del cómic y supone una innovación por su lenguaje híbrido y, sin embargo, “The Spirit”, la adaptación de Frank Miller de su admirado Will Eisner, es un fiasco vergonzoso. La primera entrega de “The Matrix”, inspirada en el manga y el anime japonés supuso una ruptura en la ciencia-ficción, mientras que “Speed Racer”, más fiel al cómic, parece una producción Disney, impropia de los hermanos Wachowski (aunque con los años puede acabar siendo un film de culto, totalmente cercana al anime que inspira al film). Y la fidelísima adaptación que el propio Snyder hizo de “300”, el álbum de Miller, resulta grotesca, mientras que la cautelosa adaptación -viñeta a viñeta en algunas escenas- de “Watchmen” es una versión bastante potable, incluso para fans del cómic no fanáticos como Moore. Y es que la esencia de la adaptación cinematográfica es la traición; la tradición es la traición, que es la traducción. En este sentido, este es justamente el reproche a Snyder; que no traicionara más a Moore, traduciéndolo a puro cine, bebiendo del cine moderno que hay en Moore, recuperando y desarrollando radicalmente su innovador lenguaje. ¡Nunca hay que olvidar que son dos lenguajes diferentes!
Más allá de la polémica, lo interesante del fenómeno “Watchmen” es su revisión de la leyenda de los superhéroes. Su mirada sobre esa familia disfuncional de fascistas y perdedores travestidos, carne de diván, como evocación postheroica de la familia actual. Somos como ellos una familia mutante: ese distante y gélido padre, el cachas azulado Dr. Maniatan -que recuerda al DEN de Richard Corben-, la madre Ozymandias como monstruosa manipuladora, un par de inútiles hermanos incestuosos como Buho Nocturno y Espectro de Seda, un machito violador como El Comediante y la oveja negra, ese fascinante vengador psicópata de Rorschach…intentando salvar el mundo. Tras la familia Manson, Monster y X-Men, la familia americana (la familia global) en sus mejores momentos. Y en el centro de ese oscuro nido familiar, la traición, como eje de las relaciones humanas y motor de la vida. Una lección que habría de aplicarse al caso Moore, con el objetivo explícito de derribarlo de su pedestal. Los fans de Moore debieran seguir el guión de Moore: traicionar a Alan superhéroe Moore para adaptarlo mejor, para reinventarlo más allá de sus propias limitaciones. Alan Moore, nadie lo discute a estas alturas, es un genio del cómic, pero ejercer de genio supone un obstáculo para la evolución del arte y más, cuando se confunde genio con airado Dios bíblico (por cierto, no olvidemos sus vídeos realizando rituales de magia). Su virtud y su defecto -el talón de Moore- es que es un guionista excepcional diseñando estructuras pero que se le va la mano con la deriva literaria de sus historias (digresones, historias secundarias, etc.) y el cine, cuando está fabricado con honestidad industrial y cuenta con guionistas competentes, corrige visualmente al guionista desbocado que desequilibra la narración, aunque es preciso reconocer que, por otra parte, quizás sea su mayor mérito. Una lección de humildad para el endiosado Moore. Ahora esperamos que de la traición a Moore (el asesinato del padre) surja una verdadera obra de arte…
Y mientras esperamos la edición extendida en DVD, siempre podemos adaptar el chiste de la cabra: estaban dos cabras en un basurero y mientras una de ellas masticaba un rollo de celuloide de “Watchmen”, la otra le pregunta ¿qué tal está la película? y la cabra contesta: sabía mejor el cómic-book…
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