La alternativa a “The Artist” en los Oscars se titulaba “La invención de Hugo” y es, curiosamente, otro homenaje al origen del cine, dirigido por el maestro Martin Scorsese.
Finalmente ha ganado “The Artist”, pero “La invención de Hugo” ha cosechado cinco oscars en el apartado técnico y artístico, su gran baza.
Basada en el cuento de Brian Selznick, “La invención de Hugo Cabret”, esta versión cinematográfica es un cuento preciosista rodado en 3D, que rescata la magia del primer cine, especialmente de Méliès y Lumière.
La peripecia de un niño huérfano que cuida de los relojes de una estación de tren en París el cual, en su propósito de arreglar el autómata de su padre, conoce a Méliès –encarnado por Ben Kingsley- funciona como un reloj de precisión.
La cuidada ambientación, los efectos especiales, la caracterización de los actores, la fotografía, etc. todo es sobresaliente pero, lamentablemente, resulta un punto empalagosamente perfecto.
Es posible que la mirada de un niño pueda disfrutar con una limpia inocencia de este artefacto visual y narrativo, pero para el espectador adulto al conjunto, pese a sus reconocibles virtudes, le falta fuerza y riesgo.
El Scorsece cinéfilo ha realizado una virtuosa película infantil para sus hijos -que no avergüence a los padres, lo cual ya es un gran mérito, pero se ha dejado cualquier atisbo de Dickens en el tintero.
Una lástima que el director italoamericano se haya conformado con ejercer de ilustrador de lujo…
Para niños inteligentes y enamorados del cine antiguo…
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