La película de la semana: UN PROFETA.
Un profeta: formación carcelaria.
Tras la notable “Celda 211”, ganadora de los Goya, el cine francés también nos ofrece una sólida mirada sobre el microcosmos de la prisión, que se ha llevado de calle a los César.
“Un profeta” nos cuenta el terrible proceso de formación de un joven delincuente francomusulmán que en pocos años de reclusión pasa de ser criado analfabeto de la mafia corsa a capo de la droga. Todo un proceso de rehabilitación, plagado de asesinatos, traiciones y engaños, curiosamente, dictado más por la supervivencia que por la maldad.
La mayor virtud de la película es su realismo, a pesar de que al protagonista se le aparezca el fantasma de su primera víctima, y la contenida interpretación de los actores, especialmente de Tahar Rahim.
La película quedará como una de las mejores incursiones de los últimos tiempos en el cine carcelario, que además de un alegato contra la prisión, sigue siendo uno de los más fieles y espantosos reflejos de nuestra sociedad de injusticias.
Jaques Aulliard ya nos dejó un buen sabor con su anterior “De latir mi corazón se ha parado”, otro retrato arrebatado de un joven en proceso de formación, que confirma con esta película su coherente trayectoria.
Resulta poco menos que ridículo que esta contundente película haya sido desplazada (junto con “La cinta blanca”, la mejor película del año) en la carrera por el Oscar a la mejor película extranjera, por la blanda corrección del “El secreto de tus ojos”. Demuestra lo lejos que está la sensibilidad norteamericana de los dramas carcelarios de antaño, de “El hombre de Alcatraz” a “La casa de cristal”.
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