jueves, 4 de junio de 2009

Plan del Arte en Navarra, parte 2.


Juan Ramon Corpas, consejero de Cultura y Turismo de Navarra.




El plan, la red y el centro. Parte 2.
Más allá del debate entre el centro y la red, en el plan hay detalles significativos que convendría matizar. Así, por ejemplo, la racionalización de las ayudas y becas parece razonable siempre que sean dignas, se aumenten progresivamente y se mantengan en el tiempo. Las ayudas a las galerías llegan demasiado tarde, cuando el año pasado cerraron seis y, en plena crisis, parece difícil devolver la confianza al sector privado. Y resulta decepcionante que el Museo Oteiza, ya plenamente normalizado, se conforme con ser un mausoleo del escultor oriotarra y su época y no la adaptación factible de su laboratorio experimental.
El apartado más extenso e interesante del plan es el referido al Centro de Huarte, como plataforma dedicada al arte joven, el arte no objetual y las nuevas tecnologías. Puede ser un planteamiento válido, pero redefinir este fracasado centro plantea dificultades objetivas como la remodelación de espacios. Por otra parte, el Medialab de Madrid, por sus dimensiones y orientación, puede ser una excelente fuente de inspiración pero nunca un límite.
El plan marca unos criterios internos: gasto eficiente, definición de carencias y mejoramiento de información y documentación. Pero, para llevar a buen puerto el plan, es preciso aplicar, a mi juicio, cuatro criterios básicos: genuina voluntad política de llevarlo a cabo, gestión independiente y sin cortapisas ideológicas, compromiso de financiación y aplicación progresiva sin dilación y, el más importante, participación en la concreción y desarrollo del plan. La creación de otras infraestructuras culturales como la Biblioteca General o el Museo de los Sanfermines no ha sido precisamente un modelo de gestión participativa. Y el planteamiento de una red necesita de un amplio proceso participativo con los sectores implicados (técnicos, artistas, colectivos, asociaciones, etcétera), más incluso que la construcción de un centro.
Al plan, más allá de su planteamiento razonable y realista (y del reconocimiento de escasos y dudosos méritos) le falta, quizá deliberadamente, ambición y le constriñe la cautela, aunque es posible, que el gobierno considere esa cautela, audacia. A los artistas navarros nos sabe a poco, y tampoco nos consuela el aforismo que dice que poco es mejor que nada. Tenemos la convicción de que a nuestros políticos y a gran parte de la sociedad navarra el arte contemporáneo les parece una extravagancia superflua. Ésta es la primera percepción que hay que corregir y el síntoma de su carencia más importante. Pues se presenta más como un plan de infraestructuras que de política cultural y de objetivos concretos (en divulgación, educación, etcétera) y lo que necesita el sector desesperadamente es una política cultural coherente y no la improvisación y el oportunismo que nos ha llevado a ser una comunidad sin arte contemporáneo.
Esperemos que lo que tiene todas las trazas de ser un tardío plan de rescate del arte contemporáneo, con la excusa de la crisis, no acabe convirtiéndose en el último plan de distracción para fabricar un remedo o un remiendo del plan y así favorecer los intereses privados y la incultura contemporánea. Por último, espero que los artistas, a los cuales les quede todavía interés por la cosa pública, participen en el debate, haciendo públicas sus opiniones respecto a este plan, el centro o la red... y que los responsables públicos tomen nota.
Iñaki Arzoz.

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