Que “Argo”, de Ben Afleck, película
correcta pero limitada a mayor gloria de la CIA, haya conseguido el oscar a la
mejor película da una idea de lo pobre que ha sido la cosecha del 2013 o de lo
degradada que está la academia… Afortunadamente, no lo obtuvo “La noche más
oscura”, de K. Bigelow, película más contundente cinematográficamente, pero
partidaria de la tortura y del crimen de estado.
“Lincoln” de Steven Spielberg,
película histórica tan virtuosa como acartonada, ha sido premiada con justicia
con el oscar al mejor actor principal a la convincente composición Daniel
Day-Lewis. Al igual que el divertido pero superficial western tarantiniano
“Django desencadenado”, al menor actor secundario, por la interpretación de
Cristoph Waltz.
El oscar al mejor director ha caído
en manos del todoterreno Ang Lee por “La vida de Pi”, una exótica fábula
fantástica con excelentes efectos especiales, cuya filosofía espiritual de
autoayuda resulta estomagante.
De las premiadas, “Amor”, de Haneke,
bendecida con el oscar a la mejor película extranjera (aunque haya dejado en la
cuneta una sólida película histórica “Un asunto real” del danés Nicolaj Arcel),
es la única muestra de cine (de autor) de verdad.
La pedrea ha caído en una selección
de producciones convencionales como el musical “Los miserables” o “El lado
bueno de las cosas”, perfectamente olvidables.
Una pena la marginación de la
incursión indi de este año, “Bestias del sur salvaje”, de Ben Zeitlin, una
película con ángel, y, especialmente, de “The Master” de Paul Thomas Anderson,
pese a sus imperfecciones la película más arriesgada e interesante del año.
Esto es Hollywood, de mal en peor y
hasta el año que viene…
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