Tarantino ha filmado un western, por
fin, su western. Un homenaje al spaguetti-western, inspirado en el “Django” de
Sergio Corbucci.
Lamentablemente, a los que nos
apasiona el género, su ‘tarantinismo’ se muestra tan excesivo que arrasa las
posibilidades para ser un buen western.
Sí, tenemos la marca de la casa:
algunas escenas brillantes, ramalazos ingeniosos de guion, humor macabro y
violencia a raudales. Puro cómic filmado, un western cómico-posmoderno... Pero
no hay personajes creíbles (ni si quiera estereotipos) sino perchas para
diálogos rebuscados, no hay temporalidad sino escenas encadenadas, no hay
sensaciones físicas –tan presentes en el spaguetti-western- sino guardarropía…
No vamos a negar que es una película
sumamente entretenida, pero su supuesto ‘gamberrismo’, ya muy edulcorado,
empieza a resultar rutinario. Tarantino se hace mayor…
Como su filme anterior “Malditos
bastardos” –quizá un poco mejor resuelto- resulta un pastiche tan brillante
como superficial…
Para fans de Tarantino.
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