Muere Pablo Antoñana, el mejor escritor navarro del siglo XX
Pablo Antoñana (Viana, 1927 - Pamplona, 2009), el mejor escritor navarro del siglo XX y uno de los grandes prosistas vascos en castellano, murió a los 81 años.
Autor de un puñado de novelas como “El capitán Cassou” (1959), “No estamos solos” (1960), “El tiempo no está con nosotros” (1961), “La cuerda rota” (1961), “El sumario” (1964) o “Pequeña crónica” (1972), destacó por sus artículos literarios en prensa, como la serie magistral "Las tierras y los hombres" (1962-1977), o los libros de miscelánea recopilatoria como “Botín y fuego y otros relatos”, “Patrañas y otros extravíos”, “La vieja dama y otros desvaríos”, “Despropósitos”, “Extraña visita y otras historia”, “Último viaje y otras fábulas”, etc.
Nos deja uno de los padres de la desamparada cultura navarra moderna, el heredero navarro de Faulkner, inventor de la República de Ioar.
No fue el gran novelista que hubiera podido ser, pero sí uno de los mejores estilistas castellanos -rescatador de palabras y expresiones de antaño- en su evocación de un mundo tradicional ya desaparecido y de la violencia de las guerras carlistas.
Vivió lejos de la gloria literaria, trabajando de secretario del Ayuntamiento de su pueblo, hasta que fuera reivindicado como referencia literaria y personal por una generación de jóvenes escritores (como su ‘heredero’ más directo, Miguel Sánchez-Ostiz) y editado por Pamiela.
Será recordado no solo por su calidad literaria sino por su compromiso personal contra la barbarie y la injusticia y a favor de una Navarra diferente.
Tardaremos en borrar de la retina la recia estampa del escritor de expresión huraña, con su barba cerrada y sus pobladas cejas, bajo una omnipresente txapela, que sólo escondían una gran humanidad.
Esperemos que las autoridades no capitalicen su memoria rebelde y montaraz...
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